ernestogarcia

Introducción

Hace ya muchas generaciones que los maestros hemos perdido la idea del bien común por cuyo motivo el ejercicio docente ha perdido el horizonte vocacional que en principio le es inherente. Por supuesto que algunos individuos dentro del gremio aún mantienen viva esa llama esencial que le da sentido a la tarea de cada día, independientemente de los cambiantes éxitos o fracasos que en ella se producen.

Pero son la minoría y cada vez se encuentran más aislados por sus propios compañeros, así como por las políticas que se han impuesto desde los comandos burocráticos de ministerios, secretarías y agencias transnacionales que sojuzgan a los países más relegados del mundo. De todos modos, queda la esperanza de que los maestros que todavía están inspirados por una clara vocación de servicio al interés superior de la colectividad suelen ser los mejores, aquellos que ocupan con honor lo que se ha dado en llamar la vanguardia de la pedagogía.
Esta crisis ideológica de la pedagogía no es, desde luego, otra cosa que el resultado y demostración del individualismo rampante que hoy día domina la cultura y la ética en todos los rincones del planeta. La pérdida de los referentes trascendentales que movieron y alentaron el elevamiento humano desde los albores de la cultura hasta el triunfo del capitalismo y de la razón instrumental ha dejado a la humanidad huérfana de principios y a los hombres individuales sometidos a la más feroz y degradante lucha por la supervivencia, en la cual unos pocos prevalecen a costa de la humillación de la gran mayoría. Por un mecanismo conocido de «identificación con el agresor», esta inmensa masa de oprimidos aceptan sus cadenas y sus frustraciones engañados por la estúpida esperanza de que un día podrán cobrar venganza y disfrutar de las mieles de los usurpadores. El imperio del individualismo no es un dato aleatorio de la cultura, sino una condición estructural que se impone como naturaleza esencial a todos los seres de la actualidad, determinando la forma y el contenido primario del psiquismo de cada uno; pero aún así, la vocación humanista, la íntima aspiración de cada persona hacia el bien común todavía hace parte de la configuración psíquica primaria por la fuerza fundante del amor maternal que concibió y sostuvo la vida a lo largo de sus primeros e inseguros desarrollos. Por cierto, esta línea fundamental del psiquismo se debilita y tiende a desaparecer en la medida en que el amor materno ha sido pervertido por la mecanización general de la vida y por la humillación sistemática de la mayoría de las madres a manos de la exclusión y la injusticia del capitalismo salvaje.
A sabiendas de la compleja dialéctica psicosocial que prevalece en nuestra época, el proyecto educativo del Gimnasio Internacional de Medellín se identifica por principio con el bien común, con la humanidad como esperanza de redención para todos los hombres. Rechazamos la cobarde indiferencia del que pretende reducir la justicia a la fórmula simplista de «no hacer el mal» y reclamamos el compromiso incondicional de luchar siempre y en todo momento por la prevalencia del bien. Hemos tomado partido por “los más altos ideales de la cultura y el espíritu humanista” . Es necesario, pues, que todos y cada uno de los docentes tengan una clara conciencia de lo que es el bien común, de manera que la enseñanza impartida sea efectivamente testimonio, invitación y difusión de los altos ideales que se postulan como justificación de nuestro proyecto educativo.