El proyecto de Viernes de Ciudad ha sido, sin duda, la mejor forma de tener un acercamiento más sensible, apropiación y reconocimiento del territorio que habitamos.
En este primer periodo nos hemos reafirmado en nuestras raíces culturales y folclóricas.
Los últimos Viernes de Ciudad fueron el escenario perfecto para habitar el cuerpo como primer territorio. Recreamos las regiones de Antioquia con sus características más propias; de esta forma, activamos los sentidos y emprendimos un viaje por la extensa y rica geografía, en la cual nuestros niños descubrieron desde la música y el baile, pasando de la champeta al joropo; desde sus paisajes, tan coloridos y diversos como las gentes que lo habitan. Evocamos las delicias de los frutos de nuestra fértil tierra, necesariamente un retorno a nuestros ancestros de otros tiempos y lugares que plantaron las semillas como símbolo de libertad y resistencia; y recurrimos a la actividad espiritual más antigua y elemental, el juego, rescatando los juegos tradicionales, el patrimonio oral en rondas y canciones que atraviesan el cuerpo y la memoria individual y colectiva, que son legado y puente entre pasado y presente.