Reflexión de despedida de la promoción 2009 Un proyecto libertario como el del GIM es, desde luego, una aventura siempre abierta; cada alumno, cada familia, cada generación de bachilleres conforman todo un cosmos particular cuyo ordenamiento efectivo ha de inventarse en el fragor de la convivencia, de la confrontación y del trabajo en pos de ideales que nadie puede prescribir de antemano. Es por eso que el ritual de proclamación de bachilleres suscita en nosotros, los maestros, un poderoso movimiento de recapitulación, de revisión de la historia vivida, de auténtico aprendizaje humano. ¿Qué nos ha enseñado esta promoción acerca de la insondable condición humana?
Desde su concepción fundacional, el Gimnasio Internacional de Medellín es un puro acto de rebeldía. Los padres, maestros y demás gestores del proyecto hemos coincidido en este punto fundamental: no nos vamos a someter a la cruel e inhumana ley de la selva, no vamos a sacrificar la infancia y la adolescencia de nuestros hijos en el fatuo e insaciable altar del éxito. Nuestro proyecto está determinado por el sagrado código del FELICITAS, HUMANITAS, LIBERTAS.
Azarosa aventura es ésta de la felicitas: a diferencia del éxito que se consigue mediante el dócil acatamiento de las reglas del juego, el sometimiento pasivo a las instrucciones del poder establecido; la felicitas no se encuentra en ningún punto terminal del juego sino en la invención y realización de los sueños más originales que provienen del profundo arcano de las fantasías que constituyen la personalidad de cada quien. La felicitas consiste, ni más ni menos, en apropiarse de las fuerzas, de la incesante pulsión que habita en el interior de cada uno de nosotros para construir día por día, instante por instante, el mundo efectivo que dará satisfacción concreta a los deseos e intereses fantaseados que tejen la historia y el destino de cada uno.
Pero el desafío de la felicitas nada tiene que ver con la falaz afirmación narcisística de sí. De hecho, las pulsiones constitutivas del individuo no son beatíficas per se. Todo lo contrario: el arcano profundo del individuo es un caos insondable en el que combaten las fuerzas de la vida (eros) y las fuerzas de la muerte (tánatos). Apropiarse de este caos primigenio es tarea ardua que nadie puede enfrentar por sí solo. En primer lugar, la madre; y a través de ella, uno a uno los demás eslabones que van configurando la cadena vital de la familia, la comunidad es la protagonista central de la lucha por la humanización de cada individuo. Es en el reconocimiento del otro, en la pertenencia activa del individuo a la comunidad humana, en donde cada uno puede reconocerse a sí mismo, apropiarse de su caos pulsional para transformarlo en fuerza creadora que construye a cada instante la felicitas. La humanitas es, pues, esa nutrida red de afectos y cuidados maternales que la comunidad teje alrededor de cada individuo para que éste pueda construir un lugar propio mediante la apropiación creadora del caos de sus fuerzas pulsionales.
En fin, felicitas y humanitas no son concebibles sin su corona indispensable: la función del ideal. La libertas es esa maravillosa vocación humana de rebelarse contra la tiranía de la realidad dada mediante el insobornable ejercicio de postulación de la realidad ideal que superará los límites del presente. La verdadera felicidad humana no está en la satisfacción más o menos justa de los deseos y aspiraciones, sino en la inagotable producción de ideales cada vez más nobles que, al introducir orden en el caos primigenio, establecen aquellos códigos éticos a los cuales se atendrá cada uno para la legítima lucha por la satisfacción de los deseos y aspiraciones personales.
Por distintos caminos y a lo largo de toda su trayectoria, la cohorte 2009 supo poner en tensión las más duras fibras de nuestra rebeldía gimnasiana; los caracteres fuertes de los individuos que la vida reunió en este grupo dieron paso a relaciones interpersonales y dinámicas grupales siempre intensas, frecuentemente tormentosas y en muchas ocasiones desafiantes. Todos los integrantes de esta promoción, incluida en primer lugar nuestra inolvidable Naty, gozaron y padecieron las posibilidades más extremas de su respectiva personalidad. Cada uno ha tejido su propia red de afectos y desafectos desde la cual se ha dotado de su propio código de valores; al final, todos cuentan con unos ideales que condensan, entre otros factores, las lecciones más significativas de su paso por el GIM. Los maestros del Gimnasio estamos orgullosos porque, a pesar de los riesgos y aún de los graves descalabros que se presentaron, hemos permanecido incondicionalmente fieles a nuestro propio principio humanista. Todos llevan en su corazón el sello indeleble de nuestra fidelidad al ideal del FELICITAS, HUMANITAS, LIBERTAS.
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